Las obras de Gustavo Adolfo Becquer
La historia de la vida de Becquers no es simple. Estaba huérfano a una edad muy temprana y criada por su madrina. El joven Becquer fue influenciado por su hermano, que también trabajó como pintor. A los diecisiete años, Becquer se mudó a Madrid para seguir su carrera literaria. Contribuyó al periódico El Contemporaneo y otras publicaciones periódicas de 1861 a 1868, pero también fue víctima de dificultades financieras y familiares. Becquer murió de tuberculosis a la edad de 34 años.
En su poesía, Becquer enfatizó la música, las almas de otro mundo, la levitación y las apariciones de todo tipo. En sus escritos, evitó la retórica de Andalucía y se centró en la espontaneidad del amor. Becquer también fue un excelente artista gráfico. El trabajo de Becquers estaba lleno de tramas misteriosas y un oscuro sentido del humor.
Su poesía era quizás su obra más famosa. Publicó la mayor parte de su poesía póstumamente, pero también escribió cuatro cartas a una mujer a la que no conocía. En estas cartas, elaboró su teoría de la poesía, que consideró separada de su poeta y una obra de arte, que puede estudiarse objetivamente. Abordó los problemas de la poesía, y distinguió entre la experiencia emocional de leerla y la postura racional tomada por su autor.
La mayoría de las obras de prosa de Becquers se publicaron entre 1860 y 1865. El trabajo incluye 22 historias basadas en el folklore regional y las fuerzas sobrenaturales explotadas. Becquer también escribió nueve cartas durante una estadía en el monasterio de Veruela en 1864. También se desempeñó como censor oficial de novelas. Sin embargo, sus escritos no ganaron mucha fama durante su vida.